viernes, 27 de septiembre de 2013

Condiciones atmosféricas propicias para fuertes aguaceros a lo largo del día 27 de septiembre de 2013 10.15a.m.

Condiciones atmosféricas propicias para fuertes aguaceros a lo largo del día
27 de septiembre de 2013
10.15a.m.

La Zona de Convergencia Intertropical está  muy activa sobre el país, y ha generado lluvias y aguaceros desde tempranas horas de la mañana en Guanacaste. Aunado a lo anterior, las condiciones atmosféricas son favorables para la ocurrencia aguaceros fuertes el día de hoy.

  1. Se estima que continúen las lluvias de variable intensidad en Guanacaste el resto de la mañana, prolongándose a la tarde. Estimados: 20-40mm.
  2. En el Valle Central, se anticipan aguaceros fuertes con posibilidad de tormenta eléctrica. La actividad lluviosa podría darse al iniciar la tarde y se prolongaría a las primeras horas de la noche. Habrá bancos de niebla al finalizar la tarde. Estimados: 10-30mm.
  3. En el Pacífico central y sur, se prevén aguaceros aislados y actividad de variable intensidad a partir del mediodía, las cuales podríaproyectarse hasta en horas de la noche. Estimados: 20-40mm.
  4. En la región Caribe y la Zona Norte, particularmente sobre los sectores montañosos, se estima que habrá lluvias fuertes aunque no tan fuertes como las de ayer- que podrían persistir en las primeras horas nocturnas. Estimados: 40-80mm.

Dada la perspectiva anterior, aunada a la saturación de los suelos de la mayor parte del país, el IMN recomienda: a) mantener estricta vigilancia en todos aquellos lugares propensos a inundarse o que han tenido afectaciones en los últimos días, b) precaución en carretera por reducción de visibilidad y superficies resbalosas, 3) protegerse de la actividad eléctrica.

Un Mensaje a la Conciencia Video | Audio 27 sep 13

Un Mensaje a la Conciencia
27 sep 13
SEPARACIONES NECESARIAS
por el Hermano Pablo

Desde antes que nacieran, ya eran la alegría de la familia. Hasta los cinco hijos en el hogar esperaban el arribo con entusiasmo. Pero cuando Clara y Altagracia nacieron, allí comenzó la gran preocupación. Eran dos preciosas y saludables niñas que venían a engrosar la familia Rodríguez, pero eran siamesas. Sus cuerpecitos estaban unidos por el abdomen y la cintura.
Cuando las niñas cumplieron trece meses de edad, las llevaron a la ciudad de Filadelfia, Pennsylvania, en los Estados Unidos. Allí un equipo de veintitrés cirujanos, dirigidos por el Dr. Everett Koop, trabajaron para separarlas. Cada una de ellas tenía sus propios órganos internos, aunque estaban entrelazados. Separarlos fue toda una hazaña de la cirugía. Al terminar la operación, el Dr. Koop anunció: «Las niñas crecerán sanas y normales. Hasta podrán tener hijos normales cuando sean grandes y se casen.»
¡Qué estupendas son las proezas de la medicina! El hábil bisturí sabe penetrar hasta lo más profundo de la carne humana, y dividir tejidos, vasos, órganos y nervios. Y después de hacer esas operaciones formidables en que se extirpan tumores, se cosen arterias, se injertan retinas y se trasplantan órganos, la persona operada queda sana y normal, viviendo y trabajando como si nada. Así fue el caso de las mellizas Rodríguez.
Si pudiéramos contemplar nuestro fuero interno con un aparato especial, capaz de penetrar alma y espíritu, veríamos que cada uno de nosotros lleva pegado, también, un hermano siamés. Me refiero a ese «otro yo», esa segunda naturaleza que cada uno lleva y que se comporta muy diferente de la otra. Tal parece que somos dos personas juntas, pero no al modo de las lindas criaturas Clara y Altagracia.
En nuestro caso, una es buena y otra mala. Una tiene elevados sentimientos morales, y la otra, instintos de bestia. Una es capaz de grandes virtudes; la otra vive ligada a vicios y pasiones. Una eleva; la otra destruye. Es probable que alguno de nosotros se haya preguntado: «¿Por qué soy yo así?»
¿Habrá quien pueda separar esos hermanos siameses que somos nosotros mismos? Sí, es Jesucristo, el gran Médico divino. Al aplicar su bendita gracia, Él puede quitar de nosotros la parte mala y dejar sólo la buena. Tenemos que desearlo y pedirlo, pero Él puede realizar esa operación espiritual. Jesucristo la llama «el nuevo nacimiento». Démosle la oportunidad. Él quiere ser nuestro Médico divino.